domingo, mayo 28, 2006

Esos hombres de ciencia

Siempre me ha gustado escuchar y aprender de personas que garanticen la suficiente acreditación, y posean amplios conocimientos relacionados con sus campos de trabajo (también que utilicen el sentido común). Agradezco que estas brillantes mentes dediquen su valioso tiempo a la difusión científica, en lo que supone una labor cultural importantísima. Valoro que inculquen en nosotros ciertas dosis del sentido crítico necesario para ir por la vida, y nos provean de escepticismo ante lo extraordinario. El desacuerdo llega cuando asisto a una serie de conferencias dedicadas a profundizar en la realidad pseudo científica que nos invade por todas partes, y por tanto, a demostrar desde perspectivas sólidas y cuantificables como desmontar toda una serie de hipótesis, conclusiones, y creencias erróneas que circulan por casi todos los ámbitos de nuestras vidas. Para mi sorpresa, la mayoría de los ponentes suele manifestarse en términos irónicos, empleando conductas que tienden a ridiculizar a todo el que participa de estas prácticas basadas en creencias erróneas, supersticiones etc... Incluso cuando lo hacen desde una ignorancia manifiesta. Esta actitud me parece un insulto desde la soberbia de creerse preeminentes o de saberse lo suficientemente egocéntricos e inteligentes como para estar convencidos de poseer la verdad absoluta, y ridiculizar todo lo que se aleje de esa verdad. En todo caso me parece una falta de respeto a la universidad, a sus compañeros, a los que pagamos por asistir a las charlas y al resto de la sociedad en general.

Hay una frase de Ortega y Gasset que me encanta: Enseña y enseña a dudar de lo que has enseñado.

Y ahora un chiste.
-Papa, papa, no me rechazan por ser negro sino por ignorante.
- Hijo, esta sociedad evoluciona de forma exponencial.
Juan J. Aguiar

2 comentarios:

Anónimo dijo...

O esta otra: Es mas fácil desintegrar un átomo que un preconcepto.
El chiste simplemente genial
Un beso infinito
Laura

Anónimo dijo...

Que gracia los científicos pueden entenderse como los más inteligentes por sus conocimientos y sin embargo pueden dejarse llevar por su ufanismo.

Matías P. Pérez Brito.
¡No decaigas en tus palabras!