Y se hizo el otoño. Ahora daré constancia de palabras surgidas en mi desierto veraniego de ordenadores, temas literarios, y pensamientos desequilibrados sobre la balanza de la ley, al equinoccio de mis contradicciones, mientras los presuntuosos/as se ahogan por no soltar lastre, en un ejercicio tan egoísta que el miedo a la disolución del ego prepondera al mismo hecho de vivir. ¡Capullos/as!
Me convierto en mercenario del tiempo cuando los segundos regresan para darme un ultimátum, y recordarme que aunque sea joven también envejezco… Que saciar este espíritu empeñado en trotar el mundo a su albedrío requiere de relojes, ahora disueltos al unísono sobre la inmensidad del mar turbio que contemplo desde la terraza donde suelen surgir las ideas, y ocasionalmente, avistamiento de cayucos. Últimamente sólo uso la mitad de mis palabras, hablo menos y amo más sereno mientras exorcizo demonios pasajeros expresándose en lenguas ininteligibles, será que voy madurando. También me ha dado por luchar contra el destino, y al destino por llevarme la contraria.
Sigo celoso del tiempo porque es eterno, y de mis emociones porque contradicen mis fugacidades racionales. Sigo celoso de la luz y alzado contra la oscuridad, tal vez en el blanco o tal vez en el negro, viendo a un amigo pelearse contra el resto de la humanidad en un intento desesperado por escapar a la ceguera de una depresión que no acaba por asumir, y decidió apartarme de su vida en un acto discrecional.
Así pinta el lienzo de este retrato otoñal. He llegado tarde a la cita con los cuatro amigos que siguen mi literatura, y escuchan mis pensamientos, pero he llegado con mucha comida en la despensa y una buena intención detrás de cada palabra, como siempre pero más despejado.
Ya hablaré sobre el próximo proyecto literario, un libro de relatos colectivos promovido por la asociación La Tapa.
Me convierto en mercenario del tiempo cuando los segundos regresan para darme un ultimátum, y recordarme que aunque sea joven también envejezco… Que saciar este espíritu empeñado en trotar el mundo a su albedrío requiere de relojes, ahora disueltos al unísono sobre la inmensidad del mar turbio que contemplo desde la terraza donde suelen surgir las ideas, y ocasionalmente, avistamiento de cayucos. Últimamente sólo uso la mitad de mis palabras, hablo menos y amo más sereno mientras exorcizo demonios pasajeros expresándose en lenguas ininteligibles, será que voy madurando. También me ha dado por luchar contra el destino, y al destino por llevarme la contraria.
Sigo celoso del tiempo porque es eterno, y de mis emociones porque contradicen mis fugacidades racionales. Sigo celoso de la luz y alzado contra la oscuridad, tal vez en el blanco o tal vez en el negro, viendo a un amigo pelearse contra el resto de la humanidad en un intento desesperado por escapar a la ceguera de una depresión que no acaba por asumir, y decidió apartarme de su vida en un acto discrecional.
Así pinta el lienzo de este retrato otoñal. He llegado tarde a la cita con los cuatro amigos que siguen mi literatura, y escuchan mis pensamientos, pero he llegado con mucha comida en la despensa y una buena intención detrás de cada palabra, como siempre pero más despejado.
Ya hablaré sobre el próximo proyecto literario, un libro de relatos colectivos promovido por la asociación La Tapa.
1 comentario:
Hombre!...
De llegar en esas condiciones bien vale la espera!
Al fin lo veo en su casa, ya ve, llego tarde yo también y encima mire que desfachatada que le caigo con las manos vacías.
Le dejo un beso a cambio de su perdón por la demora.
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