domingo, noviembre 05, 2006

El Retorno del Charlatán

Y se hizo el otoño. Ahora daré constancia de palabras surgidas en mi desierto veraniego de ordenadores, temas literarios, y pensamientos desequilibrados sobre la balanza de la ley, al equinoccio de mis contradicciones, mientras los presuntuosos/as se ahogan por no soltar lastre, en un ejercicio tan egoísta que el miedo a la disolución del ego prepondera al mismo hecho de vivir. ¡Capullos/as!

Me convierto en mercenario del tiempo cuando los segundos regresan para darme un ultimátum, y recordarme que aunque sea joven también envejezco… Que saciar este espíritu empeñado en trotar el mundo a su albedrío requiere de relojes, ahora disueltos al unísono sobre la inmensidad del mar turbio que contemplo desde la terraza donde suelen surgir las ideas, y ocasionalmente, avistamiento de cayucos. Últimamente sólo uso la mitad de mis palabras, hablo menos y amo más sereno mientras exorcizo demonios pasajeros expresándose en lenguas ininteligibles, será que voy madurando. También me ha dado por luchar contra el destino, y al destino por llevarme la contraria.

Sigo celoso del tiempo porque es eterno, y de mis emociones porque contradicen mis fugacidades racionales. Sigo celoso de la luz y alzado contra la oscuridad, tal vez en el blanco o tal vez en el negro, viendo a un amigo pelearse contra el resto de la humanidad en un intento desesperado por escapar a la ceguera de una depresión que no acaba por asumir, y decidió apartarme de su vida en un acto discrecional.

Así pinta el lienzo de este retrato otoñal. He llegado tarde a la cita con los cuatro amigos que siguen mi literatura, y escuchan mis pensamientos, pero he llegado con mucha comida en la despensa y una buena intención detrás de cada palabra, como siempre pero más despejado.
Ya hablaré sobre el próximo proyecto literario, un libro de relatos colectivos promovido por la asociación La Tapa.

1 comentario:

La puta que no te parió dijo...

Hombre!...
De llegar en esas condiciones bien vale la espera!
Al fin lo veo en su casa, ya ve, llego tarde yo también y encima mire que desfachatada que le caigo con las manos vacías.
Le dejo un beso a cambio de su perdón por la demora.