jueves, mayo 18, 2006

La Mansión de los dolores... en la Palma

Esta es mi situación al salir del hospital de S/C de la Palma: Cada lágrima rueda por un túnel sin salida. Aprendí a contener el llanto en un impulso soberbio por ahuyentar el sufrimiento de épocas adolescentes, y ahora estoy arrepentido. Estremezco frente a la mirada anciana que llora mi marcha, y se derrumba lo que soy. Me invade la impotencia, me ciega la desesperación, mis ojos aguan en una respiración inevitable, apuñalo la expresión que debe brotar, y me siento una mentira. Puedo aceptar el dolor aunque rechace la negligencia que lo fundó. Cada segundo, tras la despedida, lleno de melancolía, inseguro en el acto de emigrar y culpable del destino que elegí.
Y este mi calvario tras seis horas: Merodea la sombra del recuerdo, del ahora, de la espera, de la duda y de no tenerla. La culpabilidad roe mis terminaciones nerviosas, y mi cabeza es un globo que se hincha inevitable hasta lo explicable. Mi piel más vieja y las emociones más crudas. La esperanza nace como última bandera y principio de una reconquista sin fecha de caducidad. La mansión de los dolores no es más que el hospital donde está ingresado un ser inmensamente querido.

Esta es mi intolerancia: La mansión de los dolores me ha vuelto ha enseñar la mentira que vivimos, los contrastes entre déficit y opulencia, la impotencia de no ser superhéroe para darte mis poderes, el despilfarro en tranvías, auditorios y carreteras de espaldas a una sanidad donde se manifiesta la miseria de unos ciudadanos que tuvieron la mala suerte de enfermar en una realidad geográfica equivocada. Lo cerca que puede estar la muerte cuando los medios escasean, y ciertos empleados no aman su trabajo.

Esto lo que me dignifica: Querida abuela, lloro en la distancia porque purifico el amor que te debo. Me enseñaste que la vida no tiene forma, que la experiencia puede ser mentira, y aprendí que lo abstracto es un motivo para construir sueños. Contigo las primeras palabras y besos de una infancia que ahora regresa. Ahora queda la incertidumbre de no conocer el futuro inmediato.
Y este mi veredicto: A los responsables de que en el hospital de S/C de la Palma muera la gente que no debería haberlo hecho. Iros a la mierda. Detesto la mansión de los dolores y pido hospitales dignos para el pueblo

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Juan: Jolin, me has hecho llorar con la mansión de los dolores.
Para haber empezado ahora con tu blog parece que has trabajado mucho. ¡Lo tienes casi relleno! En este plan tendrás que crear otro blog (ja ja)
Bueno mi enhorabuena por el extreno y bienvenido a la "locura" interespacial. Un saludo de Dorina Clark

Anónimo dijo...

Hola, amigo. Primero darte las gracias por venir a este laberinto de palabras. y segundo agradecerte que te guste tanto como para ponerlo aquí o allí...no sé, me he liado...bueno, donde quieras. ;)
Prometo volver con más tranquilidad y conocer tu laberinto.
Un gran beso infinito.
Laura

Anónimo dijo...

Se creen dioses...tristes dioses de barro escondidos tras una bata blanca, firmando sentencias de muerte.
Un beso infinito y un abrazo cálido.

Anónimo dijo...

Primero un abrazo sentido por ese dolor tan profundo, y luego otro abrazo aun mas fuerte y solidario por esa injusticia que se pavonea delante de todo un pueblo que no se merece tanta humillación, ni tanto desprecio...
Asesina la indiferencia, asesinos quienes en total conocimiento de causa se la dan de comer a sus proprios hermanos, con animo de lucro y alevosia, sin importarle nada el dolor de una muerte tan injusta.
"Abandonados de todo,
crecen los hombres de mi pueblo
haciendose justicia de todo
ellos mismis para no pegarse un tiro ante este lamentable circo"

...Creo que ultimamente mi sonrisa se esta arrugando de tanto que lloran las nubes del desconcierto, y no difumino ya ni las sombras, de tanto dolor que siento
(Gracias por el comentario en mi espacio...)
Maria(meim)

Anónimo dijo...

Todos somos la mansión de los dolores en alguna forma

Anónimo dijo...

Está claro que lo primero que se tiene que plantear mucha gente es "que es lo que los mayores lo que necesitan", más que cuidados de ajenos, es el cuidado de sus allegados lo que necesitan. y es triste ver como muchos desde la barrera y en sombra luego andan lamentando por el egoismo atroz de no tener tiempo para sus queridos, y lo triste de todo es que en muchos casos es por cebarse con unas migajas en sus respectivos trabajos. Si aún así la situación es imposible porque no siempre se puede cuidar en casa de un mayor, que menos que dar las gracias a quienes lo hacen por él. La muerte es una etapa de la vida que nadie quiere asumir, y lo dejan para los demás, no obstante, evadidos, se jactan de menospreciar el trabajo tan fantástico que se hacen por esos mayores. Y para muestra, invito a que todos los ausentes se presenten a ver a sus mayores todos los días. Cuesta, pero es muy gratificante.