domingo, octubre 21, 2007

Resucité

La mirada navega a ras del océano, al límite de la inmersión, navega bizarra hacia un maremagno de burbujas surgidas en la leve oscilación de aguas que adoptan la fantasía de un tsunami. No hay tiempo para el miedo, y el cuerpo queda inmovilizado mientras el reflejo del agua sobre la retina anima la ceguera blanca conformando la última imagen antes de los pensamientos oscuros.

Desde entonces vagué junto a la turbulentas corrientes de un océano sin compasión, y es ahora cuando piso tierra firme y emerjo sobre mis propios pasos en la viva imagen de un Robinson Crusoe delgado y mal aliñado pero fresco y renovado. La Virgen de Guía también tuvo su responsabilidad.

En este viaje luché contra los más sanguinarios colosos, conocí personjes del mundo de la fantasía y contemplé el lado más perverso de los seres humanos. Anduve mal herido a la media noche de las profundidades, y tomar una bocanada de aire significaba hacer un equilibrio sobre la punta de un florinete. Una mujer se creyó tesorera del liderazgo y la poesía despertó sus emociones asépticas desterrándola de su verdad y enfrentándola a una realidad inaceptable para quien no entiende la humildad. Bregué contra mis pesadillas, y me escurrí de bestias abisales entre otras azañas que guardaré para futuros relatos.

El peor recuerdo lo traigo de las personas que vieron una mano abanando en la superficie y no arrojaron un salvavidas para darme una oportunidad frente a las tempestades. Quiero que sepáis “enemigos” que a pesar de vuestra mente cuadriculada, insípida, ideada en la claustrofobia de la pequeña gruta que se encierra en vuestras cabezas, yo me lanzaría al mar para intentar salvaros.

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